Florencia, una puerta de oro para las mujeres afroamazónicas

Por: Camilo Andrés García, Gerente Financiero y Administrativo de Compartamos Con Colombia

Florencia, capital del departamento de Caquetá, es el municipio más poblado de la región amazónica y es conocido como “La Puerta de Oro de la Amazonía Colombiana”. Y después de haber viajado a conocerla, entiendo por qué recibe ese nombre.  

Pero más que el lugar, lo que realmente me conmovió fue conocer a Mireya Quiñonez y Yohaysa Perea, fundadoras de la Fundación Red de Mujeres Afroamazónicas Ubuntu o FREMA por sus siglas. Mireya y Yohaysa han trabajado por visibilizar a las mujeres que se auto reconocen como parte de la población negra, afrodescendiente, raizal y palenquera, que durante mucho tiempo han sido invisibilizadas históricamente a causa del racismo. Esta situación ha impedido la garantía plena y adecuada de sus derechos. Por eso, parte fundamental de la fundación es la formación y el desarrollo de habilidades y competencias que permitan a las mujeres tener una mayor participación en procesos administrativos, políticos y sociales, impulsando el reconocimiento de sus derechos. 

A la fundación FREMA la conocí gracias a Enlaza Sur, programa enfocado en fortalecer a organizaciones de la sociedad civil y de base comunitaria que, debido a la actual situación de desigualdad social, crisis económica y cierre de espacios cívicos, se han debilitado. El trabajo que hicimos se llevó a cabo a lo largo de 9 meses, fortaleciendo el campo estratégico, legal y financiero; este último liderado por el área financiera y administrativa de CCC con el acompañamiento de nuestra firma socia Deloitte.  

De los  hitos que ha logrado FREMA para su comunidad, me gustaría destacar: 

  • Creación del restaurante Malinké, inicialmente pensado para ofrecer comidas desde un enfoque étnico cultural. 
  • Creación y consolidación de Malinké, la primera casa cultural afro en Florencia que tiene como objetivo ser un espacio para el reconocimiento étnico racial de los niños, niñas y adolescentes. 
  • Participación con diferentes productos locales en “Yo compro Afro”, una campaña publicitaria que propició espacios para la visibilidad de iniciativas productivas. 
  • Creación del programa Harambeé para educar y fomentar la lectura en niños, niñas y adolescentes del departamento, cuyo objetivo se centra en el reconocimiento de la identidad racial. 
  • Operación del programa DALE Florencia (Desarrollo autónomo, liderazgo efectivo) que apuesta a fortalecer los conocimientos y capacidades de liderazgo en mujeres afrodescendientes e indígenas hacia la búsqueda de soluciones innovadoras ante las realidades territoriales. 

Como parte del proceso de fortalecimiento, realizamos una visita a Florencia para realizar el cierre del trabajo; esta fue una experiencia enriquecedora, que quisiera compartir.

Nuestra visita a FREMA

Al llegar a Florencia, la ciudad nos recibió con un excelente clima: húmedo por sus características, pero sin tanto calor. Nos dirigimos hacia la fundación ubicada en el barrio Yapurá Sur; al llegar, Mireya Quiñonez nos recibió con una hermosa sonrisa, expresión que la caracterizó desde el primer día que la conocimos. Durante la jornada de trabajo, tuvimos el placer de probar un delicioso jugo de Borojó; abriendo mi corazón no soy de las personas que toma jugos, pero en esta oportunidad me los tomé todos. 

En horas de la tarde tuvimos la oportunidad de visitar el Museo Caquetá, ubicado en el centro de la ciudad (edificio Curiplaya) museo dedicado a la apropiación social de la historia de la región. Actualmente, el museo cuenta con cuatro salas: Indígena, Colonos, Memoria Histórica y Arqueología; una vez recorrimos el museo, que por cierto no tiene costo la entrada, Mireya nuevamente nos ofreció un jugo y en esta ocasión era de copoazú, fruto conocido como el cacao blanco y proviene de un árbol de fruta tropical autóctono de Colombia, Brasil, Perú y Ecuador. Como dato curioso, detrás de estos productos hay cientos de manos campesinas del departamento de Caquetá dedicadas a su cosecha, producción y transformación. 

Al finalizar la tarde, compartimos alrededor de un excelente plato típico de la región en el restaurante Malinké, donde además los comensales pueden conectarse con las recetas típicas del Pacífico colombiano. Este lugar también está lleno de historia y cuenta con una biblioteca donde la mayoría de literatura es afrocolombiana.  

 Esta experiencia no solo me permitió trabajar con comunidades con las que normalmente no tengo contacto, sino que pude ser parte del fortalecimiento de una organización que se enfoca en reconocer y celebrar las habilidades y competencias que permitan a las mujeres impulsar el reconocimiento de sus derechos. Todo un honor.  

 


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