1 de mayo, una oportunidad para reconocer y reflexionar sobre el trabajo en el Sector Social

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El 01 de mayo es más que un día festivo. Es conocido popularmente que en esta fecha se conmemora el Día del Trabajo o el Día por la defensa de los derechos de los trabajadores. Ahora bien, no es tan recordado que dicha efeméride está asociada a la huelga nacional por la jornada laboral de ocho horas, que tuvo lugar en Chicago, Estados Unidos, precisamente el 01 de mayo, pero de 1886. Hace dos siglos, las condiciones laborales de los obreros estaban marcadas por jornadas de hasta 16 horas, bajos salarios, trabajo infantil y ninguna protección legal.

Los movimientos sindicales y obreros organizaron una protesta para exigir una jornada laboral de ocho horas, algo que hoy por hoy nos parece común, aunque no siempre respetado. Dichas manifestaciones desencadenaron, el 04 de mayo de 1886, en sucesos de violencia que terminaron con la vida de manifestantes y policías. Desde entonces, se conmemora el Día del Trabajo como un recuerdo por aquellas víctimas mortales.

El movimiento social, los sindicatos, las organizaciones de la sociedad civil y de base comunitaria han jugado un papel determinante en estas conquistas sociales. Y lo siguen haciendo, no solo en la defensa de los derechos de los trabajadores, sino en la búsqueda de una construcción de una sociedad en la que prime la justicia social y ambiental.

Por eso, desde Compartamos Con Colombia quisiéramos aprovechar esta fecha para reconocer a los trabajadores y trabajadoras del Sector Social y reflexionar sobre su labor… sobre nuestra labor. Una que ha sido y sigue siendo fundamental para un mundo polarizado y crispado en medio de confrontaciones con impactos globales. Más aún en un contexto como el actual, donde un conjunto de organizaciones de este sector ha tenido que despedir a varios de sus talentos por el cierre de USAID, es aún más relevante destacar el trabajo de quienes, con vocación de servicio, construyen equidad, reconciliación y dignidad.

Como parte de este ejercicio, quisiera enfatizar en los siguientes cinco puntos, como una mirada reflexiva (incluso introspectiva) a nuestro sector:

  • El trabajo en el Sector Social, incluso el de los voluntarios y voluntarias (aunque no sea un trabajo en un sentido estricto del término), refleja una convicción genuina por el servicio a los otros o a un entorno y un convencimiento sobre la relevancia del cambio social. Esa pasión y deseo de aportar lo mejor de sí, es encomiable y merece ser destacado en nuestra sociedad.

 

  • Los cambios sociales no suceden de la noche a la mañana y, en tal sentido, los trabajadores y trabajadoras del Sector Social suelen enfrentarse a altos niveles de frustración. No siempre se logran las transformaciones que esperamos y, por lo regular, no tiene que ver con lo que nosotros hagamos. Alguna vez le escuché decir a un directivo de una organización social: mi mayor objetivo es que mi organización no exista, porque en ese momento sabré que mi causa ya cumplió su cometido. Este ideal, utópico, pero sensato, nos recuerda que nuestra labor debe perseguir la solución de un problema. Por más doloroso que suene, nuestra obstinación no solo debe ser mantener una organización para pagar unos salarios y algunas cuentas, sino sintonizarnos con un problema real que deba ser atendido. Y asumir que no siempre podremos solucionarlo, pero que aportaremos a ello.

 

  • El Sector Social, más aún en este momento, no tiene la capacidad de competir con sectores como el privado o el público con respecto a los salarios u honorarios para sus trabajadores o contratistas. Por eso, es difícil mantener y retener talentos valiosos. Esto pasa por reflexiones más profundas sobre la forma en cómo se financian las causas de las organizaciones sociales, entre otras; pero también, por una reflexión adicional: si no podemos competir por salarios, es indispensable que el Sector Social compita por lo que también se denomina salario emocional o ambientes de trabajo favorables. No se puede descuidar la importancia de retener el talento y de ofrecer las mejores condiciones posibles para su bienestar y desarrollo.

 

  • El hecho de trabajar en el Sector Social, también nos exige una mirada profunda y reflexiva sobre la ética del trabajo. Desde los recursos de legalización de un viaje hasta los contratos o donaciones con más de cinco ceros y en moneda extranjera. Es nuestro deber hacer el mejor uso de los recursos para el cumplimiento de nuestro propósito y garantizar que nuestros equipos de trabajo tengan esta misma lógica de trabajo. No es gratuito el nivel de reporte que debemos cumplir para hacer parte de regímenes tributarios especiales o excepcionales. Pero, más allá de ello, es fundamental hacer que cada peso valga en función de la causa por la que trabajamos.

 

  • Los trabajos con causas nos exigen estar permanentemente pensando en ellas. Ya sean comunidades, territorios o situaciones de vulneraciones. Esto suele tener un altísimo costo personal -sobre todo para quienes están en las primeras líneas de atención- y, por eso, es importante hacer un llamado al autocuidado y a la desconexión. No siempre tenemos que estar disponibles para nuestra causa si en el camino nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestras familias, amigos o a lo que sea que queramos dedicar nuestro tiempo libre. Es fundamental para nuestra salud mental.

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Hoy, en este Día del Trabajo, poner sobre la mesa estas reflexiones es una forma de reconocer y reflexionar sobre el trabajo en nuestro Sector. Sea también una invitación a que nos cuidemos, a que estemos pendientes de aquellos que han perdido sus trabajos recientemente, a que seamos empáticos e incluso, si está en nuestras manos, generemos nuevas posibilidades de articulación que nos demuestren que, como decimos en Compartamos Con Colombia, “solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.

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